¿Silenciados o silenciosos?: Clara Sarrià

La espiral del silencio se ha roto en Cataluña. Ante esto, el constitucionalismo joven inicia una nueva etapa.

Ya en 1985, en plena presidencia de Pujol, Tarradellas lanzó una advertencia sincera y directa: «La gente se olvida de que en Cataluña gobierna la derecha: que hay una dictadura blanca muy peligrosa, que no fusila, que no mata, pero que dejará un lastre   muy fuerte».

Tan solo cuatro años antes, por firmar el Manifiesto de los dos mil trescientos en favor de un bilingüismo real en Cataluña, Federico Jiménez Losantos fue secuestrado por militantes de Terra Lliure. Un grupo reducido, condenado por los principales partidos, que arrojó una sombra de intolerancia que aún planea sobre Cataluña y que emitió un  mensaje que se escuchó: En Cataluña, si defiendes posicionamientos que escapan al consenso nacionalista, te expones a las consecuencias. Muchos firmantes del manifiesto tuvieron que abandonar Cataluña.

El silencio, el acoso al discrepante, se percibía como una rutina a la que había que acostumbrarse, debido en parte a la sobrerrepresentación del nacionalismo en las instituciones y en los medios públicos, pero también al acoso, intimidaciones, insultos y amenazas a todo el que discrepara. La primera gran demostración de fuerza del constitucionalismo, el 8 de octubre de 2017, resquebrajó el silencio y demostró que el consenso que se percibía en Cataluña en realidad no ha existido nunca; lo que vemos, en realidad, son muchos disensos que deben resolverse.

La ruptura intelectual con el nacionalismo, sobre todo entre los jóvenes, se volvió necesaria e inevitable. Cada vez más, era urgente formar una oposición valiente, clara y transversal al nacionalismo y defender los derechos inalienables de todos los catalanes.  Y, por supuesto, reivindicar la importancia de romper el silencio y de dar el primer  paso.

Y eso hicimos. Declarar el fin de una época, la del silencio, y el principio de otra: la de la convivencia y el compromiso cívico. El 4 de octubre de 2018, en la fundación de S’ha Acabat!, invitamos a todos los ciudadanos de Cataluña a unirse a esa declaración.

El constitucionalismo se ha convertido en una ideología rompedora, ya que quiebra la ideología oficial en Cataluña, la impuesta, la supuestamente unitaria, la falsamente compartida y aceptada por todos; cualquier conjunto de ideas que quede fuera de estos consensos queda excluido en todos los estratos hasta el punto de no ser considerado como una ideología política por derecho  propio.

Ante quienes caen en la épica de la violencia y el avasallamiento para imponer sus criterios, S’ha Acabat! reivindica todas las libertades que la Constitución defiende y garantiza. Respetar la Constitución es un compromiso diario con la tolerancia, con la convivencia, con el reconocimiento a la libertad y la opinión del otro, con la renuncia a imponer con violencia de cualquier tipo las propias  creencias.

En contraposición al constitucionalismo solo encontramos un ramo de ideas trasnochadas y antiprogresistas defendidas por falsos revolucionarios convencidos de   que van adelantados a su tiempo cuando lo que en realidad pretenden es devolvernos al abismo de las naciones étnicamente puras; una quimera tan irreal como irrealizable, por no decir peligrosa.

 

Clara Sarrià