El día de mañana: Kevin Romero

En estos días de confinamiento tengo la sensación de que sufrimos un bombardeo constante de información de todo tipo sobre el aquí y el ahora, pero estamos olvidando que esta pandemia va a cambiar nuestras vidas, no solo durante estos días de encierro o las próximas semanas o meses, sino que lo hará, probablemente, para siempre.

Hablamos entonces de un cambio social que nos conduce inevitablemente a comunidades más estrictas en muchos sentidos. Parece que el uso de mascarillas se hará extensivo a toda la población occidental, como ya era una realidad en la gran mayoría de países asiáticos antes de esta pandemia. Estamos a las puertas de comenzar a conjuntar nuestras mascarillas con el color de la camisa, como ya está haciendo la Presidenta de Eslovaquia, Zuzana Caputova.

La tecnología avanza; hace unas semanas leíamos cómo algunos bancos ya habían implementado funciones en sus respectivas aplicaciones para retirar dinero sin tocar el cajero automático, mediante el teléfono móvil. Y es de agradecer. Nunca hasta ahora os habíais preguntado cuántas personas podrían haber tocado, con las manos sucias, la pantalla táctil de ese cajero automático en pleno centro de Barcelona antes de que llegaseis vosotros.

El distanciamiento social, tan pronunciado estos días, ¿se quedará para no marcharse? Podríamos empezar a ver bares y restaurantes con menos mesas, una reducción del aforo en pubs y discotecas o salas de cine y teatros a medio llenar. Por no hablar de las tiendas en general y de las de moda en particular. Hace ya un tiempo nos veníamos preguntando, tanto consumidores como empresas, sobre el sentido de mantener las tiendas físicas en un sector cada vez más enfocado a la compra online. Ahora esta e-comercialización se ve forzada a adelantarse a pasos agigantados. No conocemos realmente el comportamiento de este virus ni el tiempo que pasará hasta que obtengamos una vacuna efectiva. Disponemos, por ahora, de los datos que llegan desde Austria, en pleno proceso de desconfinamiento, donde el aforo de comercios y restaurantes deberá reducirse entre un 20 y un 40 %.

Pero podemos estar tranquilos ante todos estos cambios que en muchos casos vendrán, como ya he dicho, para quedarse. Los seres humanos tenemos una capacidad inimaginable de adaptación que se multiplica exponencialmente en situaciones como la que nos está tocando vivir. Y la vamos a aprovechar.