Las frases tópicas nos aburren a todos, es cierto. Esas coletillas que nuestros mayores le ponen a nuestras experiencias pueden resultar muy aburridas y desfasadas, pero en muchas ocasiones, por no decir en todas, esconden una sabia y humilde verdad.
“Hay que buscar la parte positiva de todo” es un claro ejemplo de ello. Suena cínico, pero nada más lejos de la realidad.
Si algo nos está enseñando este virus es que los encargados de construir la base de todo lo que nos rodea no serán eternos, por lo menos en esta vida.
Los encargados de recogernos del suelo y sacudirnos los pantalones remachados por ellos mismos tantas y tantas veces. Los encargados de criarnos en ausencia de nuestros padres e incluso, en ocasiones, de malcriarnos complaciéndonos con pequeños deseos prohibidos escondidos bajo un gesto de complicidad tan paternal y a la vez tan infantil. Los encargados de levantar pueblos y ciudades por todo nuestro territorio abandonando sus hogares y sus familias para escapar de la pobreza que nuestro país arrastró durante tantos años. Ellos, los encargados de plantar los árboles bajo los cuales nos cobijamos todos, no pueden ser olvidados después de su muerte, pero tampoco antes de ella.
No le demos la oportunidad a ningún virus de ser el protagonista de sacar nuestro lado más humano y nostálgico. Seamos nosotros los protagonistas de ello y cuidémosles día a día con pequeños gestos que demuestren nuestro profundo agradecimiento por sus años de lucha y sacrificio. Teniéndolos en vida no es tan fácil, es cierto. Y es allí cuando vuelve a aparecer otro tópico: “Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Pero no perdamos el tiempo, no esperemos a que falten para valorar la importancia de lo perpetuo, de lo infinito, de lo que no es visible para nuestros ojos, pero si para los de nuestro corazón.
Demostrémosles antes de que sea tarde que somos esa generación con la que ellos algún día soñaron.
Construyamos sobre la base de su esfuerzo la mejor sociedad, la más solidaria.
Defendamos con la palabra y la libertad los derechos que ellos no hace tanto tiempo ganaron con su sudor y su sangre.
Buen viaje, maestros. Descansad en Paz.
Marcos Martínez