EL DEBER MORAL DE VIC: JORDI SALVADÓ

Mientras el Gobierno de coalición de España garantiza sin ningún tipo de ambigüedad que la aplicación de los indultos a los múltiples autores del golpe a la democracia española de 2017 ha supuesto la recuperación democrática en Cataluña, los acontecimientos demuestran todo lo contrario.

El Ayuntamiento de Vic ha denegado los permisos administrativos preceptivos para montar varias paradas informativas a Partido Popular, Ciudadanos y “Escuela de Todos”, la plataforma cívica constituida por las asociaciones no independentistas más importantes de Cataluña, como S’ha Acabat!, Asamblea por una Escuela Bilingüe, Impulso Ciudadano o Sociedad Civil Catalana, entre otras.

El razonamiento de esta censura por parte del gobierno nacionalista de Vic es que estos puestos de información son “contrarios a la moral, a las buenas costumbres ciudadanas o al orden público”. El separatismo institucionalizado demuestra confundir libertad con imposición.

Justificar tal decisión de forma tan burda, implica actuar con arbitrariedad y abuso, respetando bien poco el principio de pluralidad que debe regir en cualquier sociedad democrática. ¿Por qué nuestra petición es contraria a “la moral, las buenas costumbres o el orden público” y no lo son las múltiples acciones que el separatismo ha llevado a cabo en esa misma plaza de Vic?

No se puede hablar de normalidad democrática cuando se es testigo directo de la transgresión de los derechos fundamentales de los no independentistas. Hemos pasado de ver como la anarquía y los disturbios reinaban durante días en varias ciudades de Cataluña, a aceptar y dar por bueno que se cerciore el derecho a la participación política de los disidentes de la ideología nacionalista catalana. La inmoralidad del separatismo catalán es palpable.

Simplemente hay que echar un vistazo a las diferentes declaraciones de cualquier líder nacionalista cada vez que el constitucionalismo es víctima de la imposición ideológica. Una simple, pero contundente, muestra de ello es la celebración del señor Salvador Vergés, diputado de Junts en el Parlament de Catalunya, al enterarse de la noticia. Sentirse orgulloso de que al que piensa diferente se le nieguen los mismos derechos de los que tú sí que puedes disfrutar, muestra una actitud más cercana al totalitarismo que al demócrata que dices ser.

Y eso, no debería ser motivo de alegría. Al menos, para alguien sensato y no fanatizado. Frente a tal ilegalidad institucional, se hace imprescindible asumir la responsabilidad de poner en valor lo que supone el deber cívico de ser ciudadano.

La Cataluña no separatista no puede resignarse a ser de nuevo la moneda de cambio de intereses ajenos. Vic, al igual que cualquier otra ciudad o pueblo de Cataluña, también nos pertenece a los no separatistas. Frente a quienes nos quieren callados y fuera del juego democrático, debemos plantar cara y ser valientes.