Es en tiempos difíciles cuando realmente aflora el verdadero carácter de las personas.
En la situación actual, y con la realidad en la que nos encontramos estando en Estado de alarma, hemos visto como miles de españoles salen diariamente a sus balcones.
A simple vista puede parecernos únicamente un aplauso en forma de agradecimiento a la gran tarea del personal sanitario y de todos aquellos que se sacrifican para que la sociedad no pare completamente. Pero analizándolo en profundidad vemos cómo en ese aplauso hay algo más. Algo que es invisible a los ojos. Encontramos también una búsqueda del apoyo que muchos exploraban para ver que no estamos solos. Buscamos, al fin y al cabo, una muestra de que la voluntad de seguir en nuestras casas por el bien común es recíproca.
Y aquí llegamos a un punto clave: la voluntad. Jaime Balmes decía que la firmeza de la voluntad es el secreto de llevar a cabo las empresas más arduas, y es así cómo yo planteo esta situación. Entiendo España como una empresa común en la que todos y cada uno con nuestras acciones personales aportamos a ella una aportación diaria y voluntariosa que debe nacer de un sentimiento de pertenencia a algo más grande e intangible. Esto es perfectamente extrapolable a todos los aspectos de nuestra vida diaria, incluido este, claro.
Toda esta aportación de la que hablo no debería nacer como una obligación (que también) sino como una muestra de agradecimiento a todos los que han hecho posible que estemos aquí. Debemos sentirnos herederos de una historia, empezando por nuestros padres y abuelos y retrocediendo muchos años atrás sabiendo que la aportación de todos ellos ha hecho posible que estemos aquí y ahora.
Todas estas generaciones pasadas, con su firme voluntad de seguir aportando, llevaron a cabo el “sic vos non vobis” (hecho por nosotros, pero no para nosotros). Un servicio incansable a la sociedad sabiendo que aquello por lo que hoy luchaban, muy probablemente no podrían disfrutarlo en un mañana. Y aun así lo hicieron, aun así lucharon por sacar un país adelante.
Luchaban por su familia y seguramente por el vecino, pero sin saberlo, lo hacían también por alguien de la otra punta del país. Una especie de colaboración inconsciente que iba toda a eso grande e intangible de lo que hablábamos antes, la nación. Esto al final, lo hacen también nuestros sanitarios, nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, nuestros agricultores y todo aquellos que se levantan cada mañana para que nosotros podamos quedarnos en casa.
No hay otra forma mayor de agradecimiento a todos aquellos que aportaron, aportan y aportarán a nuestra empresa que aprovechar el tiempo que la cuarentena nos ofrece. Hay un sinfín de actividades que realizar para estrujar este tiempo, que pasan desde leer aquellos libros que antes no teníamos tiempo, a ayudar a nuestros familiares o conocidos más pequeños a realizar sus deberes.
Es el momento de ser responsables y ser los máximos exponentes de una voluntad fuerte y decidida. Es el momento de decirle al virus que España no para, que seguimos adelante desde nuestras casas.
Es por todo esto por lo que luchamos, para que los momentos de unión de los balcones no desfallezcan cuando salgamos de estos. Para que las imágenes de la colaboración entre españoles se repitan cuando todo pase, que las imágenes de unidad entre personas vistas estos días no acaben, ni cuando unos pocos que solo intentan dividir lo intenten de cualquier manera. Guardémonos los abrazos. Guardemos las ganas de salir a una terraza con los nuestros, guardemos las ganas de hacer todo aquello que no estamos pudiendo hacer.
Hagámoslo por ellos, por los nuestros. Saldremos adelante.
Fernando Villalba